Viajar en el slow boat por el río Mekong, desde Huay Xai hasta Luang Prabang, es una de esas experiencias que se graban en la memoria de cualquier viajero por el Sudeste Asiático. Más que un simple trayecto, es un viaje lento, contemplativo y cargado de paisajes que parecen sacados de una postal: selvas infinitas, aldeas escondidas entre las montañas y el ritmo pausado de la vida a orillas del río.
Este recorrido de dos días se ha convertido en una de las formas más auténticas de adentrarse en Laos, combinando aventura, desconexión y contacto con lo más profundo del país.
No es un viaje de lujo ni mucho menos, pero ese es su encanto: compartir el barco con locales y otros mochileros, dejarse llevar por la corriente del Mekong y sobretodo, disfrutar del camino.

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¿Qué es el slow boat en Laos?
El slow boat es un barco tradicional de madera que recorre el río Mekong a un ritmo tranquilo, conectando Huay Xai, en la frontera con Tailandia, con Luang Prabang, uno de los destinos más visitados de Laos. Este trayecto dura dos días completos de navegación, con una parada intermedia en el pequeño pueblo de Pakbeng, donde los viajeros suelen pasar la noche.
Es un viaje lento, pausado, sin apuro, donde en lugar de enfocarse en la llegada, se disfruta del trayecto, del paisaje selvático, de las aldeas a la orilla del río y del contacto con otros viajeros que comparten la travesía.
Cómo organizar el viaje
La mayoría de los viajeros inician el recorrido en Huay Xai, una ciudad fronteriza a la que se llega fácilmente desde Chiang Rai o Chiang Mai, en Tailandia. El cruce de frontera suele ser bastante sencillo, y una vez del lado laosiano, encontrarás agencias y alojamientos que venden los boletos para el slow boat.
El trayecto hasta Luang Prabang toma dos días de navegación. El primer día se navega unas 6-7 horas hasta Pakbeng, donde se pasa la noche.
Al día siguiente se continúa el recorrido durante otras 7-8 horas hasta finalmente llegar a Luang Prabang. Los horarios suelen variar, pero lo normal es que el barco salga alrededor de las 9 de la mañana.
Qué esperar del trayecto
Los barcos son largos, de madera, con asientos que a veces provienen de autos reciclados, lo que les da un toque curioso. No son cómodos como un tren ni lujosos como un crucero, pero tienen su encanto mochilero. En cubierta siempre hay lugar para caminar un poco, tomar fotos o simplemente dejarse llevar con el viento del río.
El paisaje es el verdadero protagonista. Montañas verdes, selvas interminables, templos escondidos y aldeas donde los niños saludan desde la orilla. Todo acompañado por la calma del Mekong, uno de los ríos más míticos de Asia. Si sos amante de la fotografía, vas a encontrar encuadres espectaculares durante todo el trayecto.
La parada en Pakbeng
Pakbeng es un pequeño pueblo en mitad del camino, que vive prácticamente del paso de los viajeros del slow boat. Aquí se pasa la noche entre los dos días de navegación. Al llegar, una hilera de locales espera en el puerto ofreciendo alojamiento, así que conseguir un lugar no suele ser problema.
El pueblo no tiene mucho para ver, pero sí un ambiente simpático. Es el lugar para cenar algo rico, descansar del viaje y prepararse para la segunda jornada en el Mekong. Eso sí, conviene llevar repelente, porque los mosquitos suelen hacerse notar.
Como llegar hasta la frontera entre Tailandia y Laos desde Chiang Mai
Existen paquetes bastante prácticos que suelen incluir el transporte hasta Huay Xai, una noche en la última ciudad tailandesa antes de cruzar, y el ticket para el slow boat.

Otra opción es contratar cada tramo por separado, que fue lo que hice yo. Sin embargo, la diferencia de precio no fue tan grande en comparación con el paquete.
Lo bueno es que, tanto en la modalidad de paquete como por separado, casi siempre incluyen una parada de una hora en el famoso Templo Blanco de Chiang Rai, un lugar impresionante que vale mucho la pena.
En caso de hacerlo por tu cuenta, lo primero es contratar únicamente la van hasta la frontera. Al llegar, se cruza a pie el paso fronterizo y se tramita la visa laosiana en el momento, sin necesidad de haberla gestionado con anticipación.

Como llegar a Huay Xai y que hacer en la ciudad
Para llegar a Huay Xai, que se encuentra a unos 10 km de la frontera, la opción más práctica es tomar un tuk tuk. Siempre hay varios esperando a los recién llegados, listos para llevarte. También vi viajeros que preferían empezar a caminar unos metros para conseguir un tuk tuk más lejos de la frontera y así ahorrarse unas monedas, aunque sinceramente no es un trayecto muy largo ni caro como para complicarse demasiado.
Una vez en el centro de Huay Xai, se nota enseguida la influencia francesa en su arquitectura. Laos fue colonia gala hasta 1954, y eso todavía se refleja en los balcones, las fachadas y algunos detalles pintorescos de las casas y hostales. El pueblo en sí es bastante pequeño: básicamente una calle principal donde se concentran restaurantes, agencias, mercados y alojamientos.

Huay Xai no tiene demasiadas atracciones en sí, pero es un punto de partida interesante. Desde aquí suelen organizarse excursiones de trekking por la jungla de 1 a 3 días en la zona de Luang Namtha, al norte del país, o experiencias más extremas como la famosa Gibbon Experience, que incluye tirolesas entre árboles gigantes en plena selva (aunque su precio es bastante elevado).
En cuanto al hospedaje, hay opciones para todos los bolsillos. Para tener una referencia, en mi paso por allí una habitación sencilla rondaba los 8 USD. El ticket para el slow boat, en cambio, costó aprox. 25 USD. No hace falta preocuparse por la disponibilidad: siempre hay barcos listos para zarpar, así que los tickets se consiguen sin problema.

También existe la posibilidad de hacer el recorrido hacia Luang Prabang en los speed boats, lanchas rápidas que reducen el tiempo de viaje, o incluso en bus. Sin embargo, la mayoría de los viajeros coincidimos en que la mejor opción, por experiencia y paisajes, sigue siendo el slow boat.
Opciones de transporte desde Huay Xai a Luang Prabang
Medio de transporte | Duración aprox. | Costo aprox. | Pros | Contras |
---|---|---|---|---|
Slow boat | 2 días (con parada intermedia en Pakbeng) | 220.000 kip (~25 USD) | Experiencia única, ambiente mochilero, relajado | Lento, bancos de madera algo incómodos, viaje largo |
Speed boat | 6 – 7 horas | 300.000 – 350.000 kip (~35-40 USD) | Muy rápido, ahorra tiempo | Muy ruidoso, poco espacio, bastante riesgoso e incómodo |
Bus | 12 – 15 horas (dependiendo del camino y paradas) | 200.000 – 250.000 kip (~22-28 USD) | Más económico que el speed boat, viaje directo | Carretera en mal estado, viaje largo y pesado, menos panorámico |
Minivan | 10 – 12 horas | 250.000 – 300.000 kip (~28-32 USD) | Un poco más cómodo que el bus, flexible | Conducción a veces temeraria, curvas constantes, cansador |
Día 1: De Huay Xai a Pakbeng

El primer día arranca temprano, alrededor de las 9 o 10 de la mañana, cuando todos los viajeros van llegando al puerto de Huay Xai. Algunos con desayunos improvisados en la mano, otros comprando provisiones para el viaje (agua, snacks, cervezas, hasta almohaditas para hacer más llevadero el banco de madera).
Apenas parte el barco, comienza el verdadero espectáculo: el Mekong en todo su esplendor. El río es ancho, con aguas marrones y caudalosas, rodeado de selvas verdes que parecen interminables. A cada rato se ven pequeños poblados en la orilla, donde niños corren a saludar a los barcos, pescadores en canoas y búfalos que bajan al agua a refrescarse.

Durante las primeras horas, lo que más impacta es el silencio del paisaje, apenas interrumpido por el ruido del motor. Hay tramos en los que el río se estrecha, mostrando grandes formaciones rocosas, mientras en otros se abre de nuevo y deja ver montañas cubiertas de jungla.
El viaje suele durar unas 7 u 8 horas de navegación, con alguna que otra parada rápida para subir o bajar locales. La convivencia entre viajeros es parte esencial: algunos leen, otros charlan, se arman grupos improvisados para compartir snacks, y de a poco se crea un ambiente muy distendido.

Noche en Pakbeng
La jornada termina en Pakbeng, un pequeño pueblo a medio camino que vive casi exclusivamente de los viajeros del slow boat. Allí todos bajan con sus mochilas y buscan alojamiento (hay opciones desde guesthouses muy básicas hasta algo más cómodas). El ambiente en la noche es relajado, con restaurantes familiares que ofrecen curry, pad thai y baguettes al estilo laosiano.

Día 2: De Pakbeng a Luang Prabang

El segundo día comienza temprano, ya que el barco suele salir entre las 8 y 9 de la mañana. Los viajeros se reúnen en el muelle de Pakbeng todavía con sueño, algunos con café en mano, listos para retomar la travesía. La atmósfera es diferente: ya hay un aire de camaradería, después de haber compartido el primer día y la noche en el mismo pueblo.
El paisaje sigue siendo espectacular, aunque cambia ligeramente. El río parece más estrecho y serpenteante, con más formaciones rocosas en las orillas. A lo largo del trayecto aparecen templos escondidos entre la selva, chozas de bambú donde viven familias locales y pequeños cultivos que contrastan con la naturaleza salvaje.
La vida en el Mekong se hace evidente: pescadores, niños que juegan en la orilla, búfalos de agua refrescándose. Todo transmite una sensación de viaje en el tiempo, de conexión con una vida sencilla y rural.

Si quieren cambiar de lugar en el barco, pueden irse al sector de fumadores y bebedores al fondo, donde el ambiente es más animado, o a la parte delantera con el “capitán”, que aunque no hable nada de inglés, siempre tiene gestos amables y una sonrisa para los pasajeros. Esa cercanía con la tripulación es parte del encanto de la experiencia.
Conforme nos acercamos a Luang Prabang, empiezan a aparecer montañas más altas y vistas espectaculares que anuncian la cercanía de la ciudad. Uno de los momentos más llamativos es cuando, en una de las orillas, se alcanza a ver una cueva con un gran buda adentro, se trata de las famosas cuevas de Pak Ou, una excursión típica desde Luang Prabang.

El viaje dura unas 7 horas en total, y hacia la tarde, cuando el sol empieza a caer, el barco finalmente se acerca al muelle de Luang Prabang. Allí, entre el cansancio y la emoción, todos los viajeros bajan con sus mochilas y se dispersan hacia sus alojamientos.
Llegada a Luang Prabang
Finalmente, después de dos días navegando por el Mekong, el slow boat hace su parada en un muelle que no está exactamente en el centro de Luang Prabang, sino a unos 10 km de la ciudad. Este detalle suele sorprender a los viajeros, ya que no es el puerto principal de la capital, sino una especie de punto de llegada exclusivo para estos barcos.
Desde allí, la única opción es tomar una van compartida que espera a los pasajeros en el muelle. Por suerte, al llenarse rápido con todos los que llegan en el mismo barco, el costo se reparte y termina siendo bastante económico. En cuestión de 15 a 20 minutos, se llega finalmente al corazón de Luang Prabang, donde empiezan a aparecer las calles coloniales, los templos budistas y la atmósfera tranquila que caracteriza a esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.
Consejos prácticos para el slow boat
- Lleva provisiones: en los barcos venden snacks y bebidas, pero a precios más caros. Conviene comprar comida y agua en Huay Xai o Pakbeng.
- Abrigo y almohadita: aunque el clima suele ser cálido, el viento en el río puede ser fresco, y los asientos no son los más cómodos para tantas horas.
- Dinero en efectivo: ni en Pakbeng ni en el barco hay cajeros, así que lleva efectivo suficiente para comidas y alojamiento.
- Paciencia y buena onda: es un viaje lento, con demoras posibles y condiciones básicas, pero si vas con la mentalidad correcta lo vas a disfrutar muchísimo.
Mis reflexiones sobre el viaje en slow boat
La travesía en slow boat es, sin dudas, una experiencia diferente. Son dos días navegando lentamente el Mekong, en una barcaza que por momentos se siente interminable. Al principio todos arrancan con entusiasmo, sacando fotos y charlando, pero con el correr de las horas el paisaje repetitivo y la lentitud del trayecto pueden hacer que aparezca cierta monotonía.

Sin embargo, todo depende de cómo uno lo viva. Si lo tomás como una oportunidad para leer, escuchar música, reflexionar o simplemente dejarte llevar por la tranquilidad del río, el tiempo se pasa mejor. Además, siempre está la chance de conocer a otros viajeros que, al igual que vos, están recorriendo esta parte del sudeste asiático y con quienes probablemente te vuelvas a cruzar en Luang Prabang.
Si en cambio pasás las horas mirando al vacío y contando los minutos, seguramente el viaje se te haga eterno. Para mí, la clave está en relajarse y dejar que el río te marque el ritmo. No es solo un medio de transporte: es parte de la aventura y una forma de conectar con Laos desde una perspectiva distinta.